Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
Barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mi hoy emprender la retirada,
Debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós muchachos. Ya me voy y me resigno...
Contra el destino nadie la talla...
Se terminaron para mí todas las farras,
Mi cuerpo enfermo no resiste más...
Es dios el juez supremo.
No hay quien se le resista.
Ya estoy acostumbrado
Su ley a respetar,
Pues mi vida deshizo
Con sus mandatos
Al robarme a mi madre
Y a mi novia también.
Dos lagrimas sinceras
Derramo en mi partida
Por la barra querida
Que nunca me olvido.
Y al darle, mis amigos,
El adiós postrero,
Les doy con toda mi alma,
Mi bendición.