Este no es un cuento de hadas
Con princesas que se casan.
Esto no es la biblia en verso
Con un dios que escupe fuego.
Es la historia cotidiana
Con un nombre de muchacha.
Una historia sin palabras
Porque la miseria no habla.
Lo más duro fue ir a casa
Qué horas son, por dónde andas,
Casi siempre te retrasas
Por qué lo haces y no llamas.
Tienes la mirada extraña,
No te habrás fumado nada.
Cielo santo, la que se arma
Si él nos oye y se levanta.
Deberían los muros de nuestra ciudad
Adornarse con fotos de aquel animal
Que navaja en la mano logró arrinconarla
En cualquier descampado u oscuro portal.
Si llorando te crees que lo vas a arreglar
De mujer a mujer me lo vas a contar.
En la falta primera no quieren pensar
Y al llegar la segunda deciden actuar.
La vecina es quien contacta
Una amiga de la infancia.
Las pesetas que ella araña,
Los ahorros que guardaba.
Mejor que él no sepa nada
Sólo es un fin de semana.
Dices que andas de acampada,
Que el domingo estás en casa.
La primera ocasión que subía en avión,
Del avión al hotel y de allí al hospital.
Ella puede que nunca consiga olvidar
Y el domingo a las diez volverá con papá.