Inocencio rosales se parece
A una talla hecha a golpe de machete
Suele estarse mirando la distancia
Sin moverse, callado, sin moverse
Hoy le he visto cruzar hacia la plaza
Con un trozo de pan y una botella
Le miré caminar pesadamente
Arrastrando las piernas
Sé que el sol le hace arrugas en la cara
Que le estalla en la frente
Que no puede con él esta mañana
Tan cansado se siente
Inocencio rosales suele alzarse
De su propia tristeza
Con un vaso de vino colorado
Cuando llega la siesta
No golpea las puertas ni siquiera
Cuando el hambre le quema
Con sus tallas oscuras, recostado
Contra el muro se queda
Él no vino del fondo de la isla
A pedirles limosna
Él les trae sus toscas criaturas
Y apenitas les cobra
Tiene un raro fulgor en la mirada
Cuando piensa sufrido
Ya verán un buen día estos señores
Lo que pueden los indios
Él no es de quedarse allí tirado
Como un saco vacío
Él es hombre de andar poniendo el hombro
Es de hacer los caminos
Con un vaso de vino esta mañana
Se ha quedado en la plaza
Frente a él sus criaturas de madera
Se le antoja que bailan
Inocencio rosales sin apuro
Bajo el sol se emborracha
Cuando vuelva a la isla por la noche
Dormirá con la juana
Cantará en guaraní cuando amanezca
Volará en cada astilla
Que le arranque al madero con los dientes
Bajo el sol de la isla