En la ciudad que posee
la isla en el centro
hay un tren descarrilado
Museo Nacional
que los amantes fecundan
con savia del cuerpo
viva ese hierro vencido
por la claridad
viva ese lecho de amor.
Gentes que merecen el amor
pagarán, pagarán por todo
porque el que merece suele ser
el que suele tener deber.
Bienaventurado ha de ser
el que siembra para los otros
el que en la semilla dejará
un jirón de su propio ser.
El tren blindado
florece su estampa de hierro
desde que aquella guerrilla
le molió la sien
descarrilado por un manotazo del pueblo
para que un hombre se viera
con una mujer.
Viva ese lecho de amor.