Yo era un muchacho tranquilo
hasta que di con mi sueño más dorado
que era una mujer algo mayor que yo,
ella tenía 35 y yo 18 para mi favor
(favor dudoso...)
Empezó por regalarme
dos camisas y un vestido
para que yo se los diera a mi mamá
a eso le siguió una lluvia de pequeños
regalitos para mí
(para mí entierro...)
Hasta me froté las manos
cuando supe que vivía sola
desde que por fin se divorció
y en su casa hice meriendas,
comidas y desayunos hasta engordar
(casi reviento, como verán...)
Lo tenía todo, y me puse ocioso
me pasaba el día de la lectura al amor
¿Qué quiere mi dueño?
¿Qué quiere mi encanto?
me decía con voz azucarada, si me iba a mover
Mi amigos comentaban
que yo sí era un bárbaro del diablo
y la fama de conquistador nació
las pepillas me buscaban,
yo me pellizcaba el brazo para ver
(si era soñando...)
Aprendí, de un buen amigo
a pegarle a mi mujer
a llevar los pantalones, como es la tradición
y ella iba a mi trabajo,
para sorprenderme en algo ilegal
(era normal...)
Me di cuenta que las cosas
ya no estaban es su sitio
cuando me empezó a coser la ropa encima,
al salir, después vino la algazara,
las denuncias y los llantos al dormir
(y pasó el tiempo...)
Decidí dejarla cuando una noche
desperté y la vi que se lanzaba sobre mí
con unas tijeras de podar sus matas
mientras me juraba que
no iba a ver a otra mujer jamás
Me puse la ropa y salí corriendo
entre amenazas que no puedo repetir
me puse la ropa y salí corriendo
sin sueños dorados, pero a salvo el honor