Era mi mejor disfraz
pero ha llegado a ser
una piel artificial
he llamado al ascensor
para poder descender
al filo de otra edad.
Hasta el diez, hasta el seis,
hasta el quinto año
a la tiza escolar,
a mi amor en un bloc
donde no había máscaras
ni ganas de mentir.
Mi garganta aprendió
una forma de vivir
de espaldas a mí
era solo una cuestión
de saber cuando reír
de saber aparentar.
Gajos de libertad,
tazas de soledad
es lo que doy de sí
es lo que doy de mí
¿treinta años sin
un gramo de madurez?
Hay un mundo mejor
si miro hacia atrás,
al colegio francés
que hay junto a la estación,
y al invierno aquel
en que te conocí.