Quiero contarles que mi padre un día
dejó su Asturias, y su Navia tan querida
sus ancestros de vaqueiro
y mitad de una poesía.
Montó a caballo sobre un mar de miedos
llegó a mi tierra y encontró brazos abiertos
pero igual durante un año
sin querer lloró.
Pero de pronto invadió su vida
un torbellino que le contagió su risa,
le enseñó a cantar cantando
sus canciones pamplonicas.
Juntos vivieron, juntos trabajaron,
juntos tuvieron tres
bebitos en las manos,
y ahora tienen cuatro nietos
para malcriar.
Como mis padres yo también un día
dejé mi tierra y una que otra reveldía
y le prometí a mi padre
terminar yo su poesía.
Monté a caballo sobre un mar de miedos
llegué a esta tierra y encontré brazos abiertos
Tan queridos que hasta pude
yo también llorar,
tan queridos que hasta puedo
ahora también cantar.