Fue en el sauzal del estero,
donde una tarde busqué,
borrar con tus rojos labios,
aquellos hondos agravios,
de la otra que se fue.
Y en esa tarde de Enero,
junto a tu cuerpo hecho flor,
te canté todo mi amor,
bajo el divino frescor,
de los sauces del estero. (Bis)
Tú con los ojos lejanos,
llenos de pena y dolor,
en alas de una quimera,
te asomabas a la vera,
del camino de mi amor.
Y al dejar que te mintiera,
fingiéndote mi pasión,
no quiso tu corazón,
por no matar la ilusión,
de un capullo en primavera. (Bis)