Mi noche es tu noche,
mi llanto tu llanto;
mi infierno tu infierno.
Nos tuerce en sus nudos
el mismo quebranto
profundo y eterno.
Es cierto que un día,
tu boca, la falsa,
de mí se reía;
pero hoy otra risa más cruel
y más fría
se ríe de ti.
Se ríe la vida,
que cobra a la larga
las malas andanzas;
que agranda la herida
que rompe y amarga,
que ahoga esperanzas,
que a ti, que buscabas
la dicha en alturas
que yo no alcanzaba,
así arrepentida de aquella
aventura te tira ante mí.
Mi noche es tu noche, mi llanto tu llanto.
Creíste que habías matado el pasado de un tajo feroz,
y no estaba muerto, y se alza en su tumba;
te está señalando, te nombra, te acusa con toda su voz.
Te roba la calma, te cubre de duelo,
te niega el olvido, te grita en tu horro;
belleza sin alma, estatua de hielo,
por treinta dineros vendiste al amor...
Ya estamos iguales.
Ya en ti roncos ecos
tendrán mis lamentos.
Te clavan el pecho
los siete puñales
del remordimiento,
y sé que quisieras
con estos despojos
de viejas quimeras
rehacer el romance
de las primaveras
que no vuelven más.
Inútil empeño;
si soy un vencido,
sin ansias ni sueños
y tú una grotesca
pasión trasnochada
de farsa burlesca.
Ya no hay más que sombras,
aguanta la pena,
soporta el quebranto
y lava con llanto
la culpa tremenda.
si sabes llorar.