Manos, ojos y regazo,
de aquella fiel compañera.
Nido alegre hecho pedazos,
mi alma y mi vida entera.
Después de triste camino,
pa'l camposanto 'e la sierra,
en una caja de pino
ayer la dejé bajo tierra.
Doblé la frente,
sin saber adónde ir.
Y al pie cruz, gemí:
Por Dios, ¿qué hacer?
¿Pa' qué mirar al cielo
que no iba a darme nada?
Clavé derecha al suelo
la ansiedad de la mirada.
Y comprendí que era yo
apenas un cantor.
Y le envidié al linyera,
por la tierra, su hondo amor.
¡China mía, que he enterrado,
no puedo dejarte sola!
Hoy tu cantor ha cambiado
por un arado tu viola.
Y en la extensión la mirada
y el surco siendo mi huella,
la tierra será mi amada
porque estás vos bajo d'ella.
Un canto nuevo
es el que da tu payador.
Un canto recio y esforzao
de agricultor.
Florecerás en trigo
que sembrará mi mano,
y así estarás conmigo
cuando vuelque su oro el grano.
Pa' hacer el gran milagro
de su resurrección,
ayuden a este gaucho,
compañeros, lluvia y sol.