¡El ruiseñor de mi ilusión!... ¡De mi sentir!... ¡De mi querer!...
Se despertó ¡mi dulce bien! ¡cual un volcán en erupción!...
Y bajo el Sol de tu mirar, volvió a cantar igual que ayer,
¡para tejer el madrigal de su pasión!...
¡Déjalo estar! ¡que junto a ti, quiere soñar con un Edén!...
¡Será feliz, al modular un canto fiel que hable de amor!...
Pero ese amor; ¡Emperatriz, será tu ideal!... ¡Quiérelo bien!...
¡Que junto a él, no sentirás ningún dolor!...
Con esa melodía, lloran los violines
de mi corazón pasional;
y es su arrullo febril, ¡dulce coro triunfal!...
¡Es un cantar extraño de suspiros locos
que volando van hacia ti!...
¡Son Rondeles de amor, que palpitan en mí!...
¡Ay! Si supieras, que yo pasé tantas
noches pensativas...
Colmabas el antojo que tanto acaricié;
¡queriéndome!...
Quiero matar esta pasión, pero hay en ti como un imán,
que al atraer mi corazón, ¡lo hace vibrar!... Lo hace sufrir!...
Y al sollozar en mi dolor, pienso en aquel feliz “Don Juan”
tenorio fiel, que sin amor llegó a morir...
Pero... ¡qué hacer! si yo, ¡jamás podré tener esa virtud!...
Nací varón para querer, ¡y he de cumplir esa misión!...
Dame tu amor; que lejos de él, marchitarás mi juventud
¡y apagarás al ruiseñor de mi ilusión!...