Plasmandose sobre una fétida superficie
De cardiovascular silueta
Con supremacía se asoma por sobre el resto
De los amorfos sentimientos.
Siendo un inamovible halo de luz,
Que al descubierto deja las ruinas
De un desconsolado camino
Destrozado en nostalgias,
Que con omnipresencia vigila
Desde profundos y negros vacíos
Al alcanzarte impacienta, agraviado
Por el recuerdo de tu imágen.
Tiempo, impiadoso pulso
De incorruptible oscilación.
Agraviador de inestabilidades,
Cégame hasta tu terminar.
Distancia, inquebrantable crematorio
De tolerancia, sembradora de malestar,
Dormiré hasta tu muerte,
Para su figura reencontrar.
(Alumbrada por luz de propia prodecencia,
Esculpida sobre marmóreas superficies,
Con magníficos detalles decoradores
De perfección, prominente eres.)
Estira tu mano, aplaca sentires
Que agovian mi alma en autopersecusión.
Entibia mi razón, ofuscada en medio
De una gélida e injustificada imaginación.
Devuelve la vida a esta criatura
Que bajo el frío de tu ausencia
Frente al altar por tí construído
Su vida de aliento expiró.