Tengo en el alma una tristeza
que acaso ya no tenga cura,
una sangrante mordedura
de mi primer amor,
y la añoranza de unos ojos
llenos de dulce brujería
cuya mirada soñé mía
en un momento de ilusión.
Déjemen solo, amigos míos,
para soñarla mejor,
para sufrir, con mi dolor,
para llorar con mi muerta ilusión,
para pensar en el perdón.
Cuando le dije tembloroso: « Te amo,
mi pobre vida es plenamente tuya »,
jamás pensé que la respuesta suya,
pudiese ser un terminante ¡no!
¡Cómo se tuerce el porvenir de un hombre
si lo acompaña un desdichado amor!
Fresquito ramo de hermosura y gracia,
pero mujer, al fin, voluble y fría,
entre las flores, su coquetería
disimulaba el arma que me hirió;
ella marcó los rumbos de mi vida,
¿qué puedo hacer, amigo, en mi dolor?
Ir al encuentro del destino,
aparentando complacencia,
sin ambiciones ni creencias,
sin fe y sin ilusión,
con la añoranza de esos ojos
llenos de dulce brujería
cuya mirada soñé mía
en un momento de candor.
¡Déjemen solo! amigos míos,
con mi pobre corazón.