Brillando en las noches del puerto, desierto
Como un viejo faro, la cantina esta
Llamando a las almas que no tienen puerto
Porque han olvidado las rutas del mar
Como el mar, el humo de nieblas la viste
Y envuelta en la gama doliente del gris
Parece una tela, muy rara y muy triste
Que hubiera pintado Quinquela Martín
Rubias mujeres de ojos de estepa
Lobos noruegos de piel azul
Negros grumetes de la Jamaica
Hombres de cobre de Singapur
Todas las pobres barcas sin rumbo
Que hacia las playas arroja el mar
Bajo los cuatro vientos del mundo
Y en la tormenta de una Jazz Band
Pero hay en las noches de aquella cantina
Como un pincelazo de azul en el gris
La alegre figura de una ragazzina
Más brava y ardiente que el ron y que el gin
Más brava cien veces que el mar y que el viento
Porque en toda ella como un fuego son
El vino de Capri y el Sol de Sorrento
Que quema en sus ojos y embriaga en su voz
Cuando al doliente compás de un tango
La ragazzina suele cantar
Sacude el alma de la cantina
Como una torva racha del mar
Y es porque saben aquellos lobos
Que hay en el fondo de su canción
Todo el peligro de las borrascas
Para la nave del corazón