Una tristeza pura,
una tristeza plena,
tristeza, que no amargura
es mi entera tristeza.
A través de mis horas,
ordenando mis penas,
discurre lentamente
como un reloj de arena.
Abarca los contornos
de todas mis esperas
y me vuelve a la vida
de la muerte primera.
Me ganó de repente,
en plena primavera
las alturas del alma,
el centro y sus riberas.
Asumió los silencios
de mis noches en vela
y trepó los misterios
de mis pobres quimeras.
Es total y privada,
incorpórea y serena.
Una luz que reclama
su bandera de niebla
para izarla en mi alma
ocupándola entera.
Yo no sé si es dorada
o una espina cualquiera,
esta tristeza pura,
esta tristeza plena,
tristeza, que no amargura
es mi entera tristeza.