En un bastidor pequeño
la bordadora de luz,
a medios puntos de cruz
cantando borda los sueños.
Una casa en mitad de la pradera
con un patio soleado y un manzano.
En el tronco apoyada la escalera
y unas cuantas manzanas en las manos.
Con la luna perdida en las encinas
y un aroma total a madreselvas;
los deseos, sin duda, se adivinan
y es mejor que la noche nos envuelva.
En un bastidor pequeño
la bordadora de luz,
a medios puntos de cruz
cantando borda los sueños.
Sobre el piano, unas cuantas partituras,
un café y en mitad del cenicero
reluciente, porque uno ya no fuma,
la goma de borrar es un lucero.
Hay un rayo de sol que se desvía
coloreando la tarde de topacio
y un poema que dice ""vida mía""
se pierde distraído en el espacio.
En un bastidor pequeño
la bordadora de luz,
a medios puntos de cruz
cantando borda los sueños.
El poema encuentra una quimera
y la trae de visita a sus renglones.
Festejan la llegada en asamblea
un coro bullicioso de gorriones.
Y todos son paisajes planetarios
que tímidos decoran estos versos,
paisajes que van bordando a diario,
los hilos del mismísimo universo.
En un bastidor pequeño
la bordadora de luz,
a medios puntos de cruz
cantando borda los sueños.
Y de puntada a puntada
transida va a descansar,
pero en su mismo lugar
siguen bordando las hadas.
Hasta que vuelva mañana
la bordadora de luz
y a medios puntos de cruz
siga bordando en mi alma.