Háblame de tu tierra, amigo mío,
háblame del paisaje de tu infancia
cuéntame de los pueblos y caseríos
esos que tanto añoras en la distancia.
Háblame de tu tierra, amigo mío,
cuéntame de sus cielos estrellados
sus llanuras y valles, lagos y ríos
y también de sus montes escarpados.
Si se aroma el tomillo y el espliego
en las serenas tardes de primavera
y si un rumor de grillos cascabeleros
enamorados cantan a las estrellas.
Seguro habrá en tu tierra y entre tu gente
pintores luminosos y poetas
centinelas tenaces y persistentes
del sutil sortilegio de las violetas.
Háblame de tu tierra y de sus playas
si tremolan las dunas en las dunas
y si la mar se topa con la muralla
que con hilos de plata teje la luna.
Háblame de tu tierra y tus amigos
si como tú son seres consecuentes
que cuando tu despegas vuelan contigo
y que aman las palabras inteligentes.
Háblame de tu tierra y de sus costumbres
sus fiestas patronales y verbenas
y si el canto se enciende como una lumbre
cuando lo enciende el vino de las tabernas.
Háblame de tu tierra, amigo mío,
que yo sé que la llevas en el alma
y en el alma no caben dudas ni olvidos
ni pesares que maten cuando se ama.
Háblame de tu tierra que a la mía
tú ya sabes muy bien cómo la extraño.
Si la ausencia se vuelve melancolía
es cuando la distancia nos hace daño.
Háblame de tu tierra, amigo mío,
que yo sé que la llevas en el alma.