En qué cabeza cabe, dónde cabe,
pensar que en mi crepúsculo te ame...
En qué cabeza cabe, en qué cabeza cabe.
Pensar que desde aquí, desde mi hastío,
pueda llegar a amarte sin testigos,
pueda ser yo quien dé lo que ha perdido
y merecer así lo inmerecido.
Yo, vacío por dentro y sin más cielo
que el espacio sin límites de un verso,
yo, que nunca sabré si es este vuelo
el de un pájaro azul en el desierto.
En qué cabeza cabe, dónde cabe
pensar que yo, nostálgico, te ame...
En qué cabeza cabe, en qué cabeza cabe.
Suponerte conmigo alucinada
entre una decepción y una esperanza,
ayer he muerto, ayer y no hay mañana,
se ha llenado de invierno ya mi alma.
Si para mí no hay noche sin fantasmas,
un eco en la penumbra y en un sueño,
tu risa en otra risa reclamada,
tu voz en otra voz enamorada.
En qué cabeza cabe, dónde cabe
pensar que yo en un vertigo te ame...
En qué cabeza cabe, en qué cabeza cabe
En qué cabeza cabe, dónde cabe
pensar que yo, sonámbulo, te ame...
En qué cabeza cabe, en qué cabeza cabe.
Perdóname, muchacha, pero es tarde
y ya no tengo nada para darte.
En qué cabeza cabe, en qué cabeza cabe.
En qué cabeza cabe, en qué cabeza cabe.
En qué cabeza cabe, en qué cabeza cabe.
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J. C. M. P.